El jueves 13 de Enero amaneció lloviendo, frío, destemplado. Optamos por desayunar en el hotel, quedarnos allí hasta que paró un poco y fuimos a dar una vuelta por el centro.
Los paisajes destemplados pero igualmente bellos.
Recorrimos el pintoresco y cálido centro de La Angostura, admirando artesanías, tejidos, gastando un poquito… lindo paseo, buenos negocios, variada oferta.
Almorzamos en la zona del puerto, el día destemplado alentaba a almorzar pastas (a las que algunos acompañamos con salsa de mariscos).
Luego del almuerzo, y recorriendo la zona, vimos por primera vez en vivo una Bahía Brava bravísima!
Parecía que estábamos condenados a un día nublado, pero, por arte de magia, el sol se fue abriendo paso y pudimos gozar de una tarde soleada en la playa de Bahía Mansa.
Paula, excelente fotógrafa, captó una familia de patos…
y algunos planos de Joaquín para dignos de publicidad…
y a nosotras (Mica y yo) volviendo de nuestra excursión arriesgada (ja) por las orillas del Nahuel…
Una tarde tranquila y placentera… que dio paso a nuestra última noche en la Villa, donde comimos la especialidad de Paula: tartas, acompañadas por ensaladas varias.
Y bueno, Villa La Angostura vuelve a ser en mi vida uno de los lugares de pertenencia, de los que más me gustan… de los que me enamoro. Y la cabaña donde pernoctamos nos resultó acogedora, amplia e inolvidable, ella y su entorno…
Lo comprobé en el invierno... lo vuelvo a comprobar ahora.
Mañana hacia Bariloche…
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